Los Parachicos

Conocidos también como Parachico, constituyen una destacada expresión de danza tradicional que cobra vida en la Festividad Mayor de Chiapa de Corzo, localizada en el estado de Chiapas. Este acontecimiento anual, llevado a cabo con fervor del 8 al 23 de enero, engloba una mezcla enriquecedora de música, danza, artesanía, gastronomía, ceremonias religiosas y diversas formas de entretenimiento.

En esta festividad, se brinda tributo al Señor de Esquipulas, San Antonio Abad y, de manera especial, a San Sebastián, quien ocupa un lugar central en la conmemoración.

Origen del Parachico

Aunque sus raíces remontan a épocas prehispánicas, la tradición de los Parachicos adquiere forma en el siglo XVII, coincidiendo con la llegada de la imagen de San Sebastián Mártir a la entonces Villa Real de Chiapa, que hoy conocemos como Chiapa de Corzo. La edificación del templo en dicho siglo marca un punto culminante en esta narrativa. Según la leyenda, una mujer de una belleza deslumbrante anhelaba desesperadamente encontrar cura para su hijo enfermo. A pesar de buscar ayuda de médicos y curanderos, no halló alivio. Una voz le sugirió dirigirse a Chiapas en búsqueda de sanación. Sin titubear, emprendió un viaje junto a sus sirvientes.

La intervención divina pareció surtir efecto y su hijo finalmente se recuperó en Chiapa de Corzo. Conmovida por la sencillez de la población, la mujer intentó mostrar su gratitud repartiendo alimentos. Durante este tiempo, los indígenas danzaban alrededor del niño, enmascarados y pintados de blanco, con el fin de no asustarlo. Cada vez que la dama, identificada como Doña María de Angulo, entregaba regalos a los bailarines, pronunciaba las palabras «para el chico». En el dialecto indígena, estas palabras evolucionaron hasta convertirse en «Parachico».

Existen variantes de esta tradición transmitidas oralmente. Conforme a otra versión, en el siglo XVIII, una señora española llegó a Chiapa de Corzo desde Guatemala con su hijo enfermo. Después de consultar en vano a médicos, buscó la ayuda de un destacado curandero indígena. La llegada de la dama fue anunciada por sus sirvientes: «¡Den paso a mi señora María de Angulo!» El curandero sugirió que llevara a su hijo a las aguas curativas de Cumbujuyú y lo bañara durante nueve días. El niño se recuperó, pero en algunas versiones, esta curación no ocurrió, y la gente de Chiapa de Corzo brindó entretenimiento y apoyo a la afligida madre.

Renovación en la Adversidad

En los años 1767 y 1768, una desastrosa plaga de langostas devastó los cultivos de Chiapa de Corzo, sumiendo a la población en la penuria. Después de este descalabro, se desató una epidemia que mermó la población en casi un 50%. En medio de la miseria y el desamparo, llegaron mulas cargadas de provisiones a Chiapa de Corzo: maíz, frijoles, verduras y dinero. La población no podía creerlo y nuevamente escucharon el llamado de los sirvientes: «¡Abran paso, que mi ama doña María de Angulo viene pasando!»

Las provisiones se repartieron entre las familias y durante las tardes, los sirvientes bailaron y se divirtieron para alegría de los niños. Mientras lanzaban dulces, recordaban: «¡Recuerden, nobles caballeros, que los presentes son para los chicos!», en honor al hijo de María de Angulo. Así nació la tradición de los Parachicos. Cada año, la ciudad conmemora este evento, representando a la señora María de Angulo, quien recorre las calles en una carroza, arrojando monedas pintadas de oro, dulces, confetis y golosinas.

Caracterización de los Parachicos

Los Parachicos son figuras icónicas que portan máscaras de madera, coloridos sarapes y sonajas de metal o morro llamadas chinchines. Estos bailarines recorren las calles al ritmo de tambores y la flauta de carrizo, también conocida como pito. Durante su recorrido, visitan distintas casas e iglesias donde se hallan los santos. A estos santos les ofrecen una especie de ofrenda mediante sus danzas, tocándolos con respeto y gratitud por las bendiciones recibidas.

La participación es abrumadora, con más del 50% de la población uniéndose a la danza de los Parachicos. Esta congregación requiere la dirección de un patrón de los Parachicos, un título transmitido de generación en generación. Antes de asumir este papel, el individuo debe ganarse la aprobación de la comunidad y ejemplificar una vida virtuosa.

La danza se transmite a través de la ejecución, y los niños aprenden imitando los movimientos de los adultos. La técnica de confección de las máscaras también se trasmite de generación en generación, cubriendo desde la selección y secado de la madera hasta los detalles finales de la ornamentación. Durante la Festividad Mayor, la danza de los Parachicos impregna todos los aspectos de la vida local, fomentando el respeto mutuo entre comunidades, grupos y personas.